¡Hace unos días toda nuestra familia tuvo un verdadero día libre! Hace mucho tiempo esto no era, de hecho! Incluso diré más, ¡olvidé cuándo fue la última vez con nosotros! Para que los tres, olvidando todas las dificultades y dificultades, pasen el tiempo como una familia común: papá, mamá y solo un hijo 🙂
Aquí en la clínica hay dos bicicletas para uso público, y tenemos con nosotros a nuestro asistente constante: una mochila con correa. Y Oleg sugirió intentar ir en bicicleta con Yegor (el bebé estaba sentado con su padre en una honda a la espalda).
Bueno, ¡puedes imaginar lo feliz que estaba nuestro niño! ¡No solo eso, con papá, e incluso en una honda, e incluso en bicicleta! A medio camino le dijo a papá que «Egor - una bicicleta, papá - una bicicleta, mamá - una bicicleta blanca», aunque Leg no entendió de inmediato lo que Yegor quiere en absoluto, tuvo que descifrarlo, la palabra bicicleta es nueva en nuestro diccionario y hasta ahora suena un poco como «bicicleta», mientras esto es algo como «diadadita», pero es entendible! 🙂
Recorrimos un poco la ciudad y luego condujimos por el paseo marítimo. Ya era de noche, no hacía calor, Yegor se sentó con calma y con deleite e interés desvanecido miró a su alrededor. Aprendimos la palabra río porque montamos a lo largo de un río ancho durante mucho tiempo y Oleg periódicamente comentaba sobre Yegor que estaban pasando.
De vez en cuando conducíamos por calles estrechas y auténticas, en las que el espíritu de la cultura china todavía se conservaba tan vívidamente. Comencé a detenerme en todas partes y tomar fotos, pero Oleg me pidió esta noche que olvidara que somos blogueros, y que solo vaya, solo mire, solo estén juntos. Las bicicletas, el camino, la frescura de la tarde y el viento que sopla del movimiento, el sol poniente, las palmeras, las montañas en el horizonte, nosotros ...
Condujimos decentemente (bueno, para mí no estaba preparado, esto es decente :)), luego miramos el mapa y resultó que casi llegamos al mar, eso significa que hay una meta para el próximo viaje 🙂
Y por la tarde Yegor cabalgó «stam» = yo en la anhelada bicicleta blanca de mi madre. Lo puse en un marco ancho, y él se agarró al volante y lo giró (al mismo tiempo aprendió dos palabras nuevas: «volante» y «giro») Y repitiendo el mismo truco con la bicicleta negra menos interesante de papá, fuimos al café local, donde nuestro milagro «solo un hijo» gustosamente comió «stam» cucharada de arroz, untando el contenido de su tazón sobre la mesa y apegándose a esta acción, disfrutemos el uno del otro y la deliciosa comida china durante 10 minutos. Fue una tarde hermosa, esto no ha sucedido en mucho tiempo, ¡quiero más! 🙂